Quejarse se siente bien, es una adicción que libera neuroquímicos para restablecernos del estrés al bienestar, como una droga. Pero eso sólo nos dura unos segundos, mientras en nuestro cerebro, cada vez que nos quejamos, vamos creando una red neurológica cada vez más estrecha que va trazando el camino por el que nos vamos a conducir en un futuro de forma automática, porque nuestro cerebro es un poco holgazán y le gusta manejarse por las rutas ya conocidas.
Pero no hay que culpar a nuestro cerebro, ¿quién iba a querer construir un nuevo puente cada vez que va a cruzar el río?, es natural... entonces , cada vez que nos enfrentamos a un nuevo reto, nuestro querido amigo se va por el puente que ya trazamos, y si ese puente es de quejas y pensamientos negativos, ya te imaginas lo que ocurre: nos volvemos unos robots quejumbrosos y negativos, atrapados en una espiral sin fin de la que nos parece que es imposible salir.
El problema no queda ahí, científicos de la universidad de Stanford descubrieron que quejarse encoje (reduce) el hipocampo que es el área del cerebro encargada de la solución de problemas y del pensamiento inteligente y una de las áreas más destruida por paciente con Alzheimer.
¡¡Pero espera!! El cuento todavía no termina, quejarnos también afecta a los demás: todos tenemos neuronas espejo, las encargadas en parte de generar empatía y facilitar el aprendizaje, ya que como su nombre indica, se encargan de imitar las conductas que ven fuera. Esto significa que si vemos a alguien quejarse, vamos a imitar esa conducta, digamos que nos "contagiamos de la negatividad".
Cuando te quejas también liberas una hormona llamada cortisol, que es la hormona de estrés, esta es la que hace que pases a tu "modo de lucha o sobrevivencia", te pone en estado de alerta, que al ocurrir por un tiempo prolongado debilita el sistema inmune, aumenta la presión arterial, causa gastritis, entre otras cosas...
Así que no, no se trata de la cantaleta del club de los optimistas, hay más de una razón científica para comenzar a cortar la negatividad de tu vida...
¿Qué hacer?
- Practica la gratitud. -Aléjate de personas que se quejan mucho o procura cambiar la conversación. -Comienza tus descripciones u oraciones con algo positivo. -Concéntrate en los HECHOS y sé específico, en lugar de decir "todo me sale mal" , describe lo que te sucedió sin dejar que la subjetividad de tu historia intervenga, por ejemplo: hoy me costó trabajo resolver el problema de la clase de matemáticas o mi novio y yo tuvimos una discusión, en lugar de "mi relación apesta", "no sirvo para eso". -Cuando te sorprendas quejándote, detente y trata de ver el aprendizaje en la situación, o simplemente guarda silencio. - Reconecta tu cerebro hacia lo positivo: observa tu lenguaje y trata de cambiarlo por uno más positivo. Haz afirmaciones positivas que te ayuden a trazar nuevas rutas en tu cerebro, para que a la siguiente se vaya por el camino que te permita resolver problemas y aprender... Las quejas sólo te llevan a paralizarte, desmotivarte y enfermarte. Es tan malo quejarse como fumar o beber alcohol...
¿Qué esperas para reconectar tu cerebro y ser una luz para los que están cerca de ti? ¡Todo es posible!
Feliz fin de semana <3
Elisa Valenzuela- Psióloga/Life coach.
***Fuentes:
Travis Bradberry, Ph.D. The mind unleashed Bigthink.com
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