Hace un par de semanas, estaba viendo un video de youtube de Carmen de Sayve, una médium mexicana que me gusta mucho ya que transmite mensajes muy profundos y útiles. Estaba hablando sobre un caso en el que había tenido una comunicación con un señor que sentía que no podía ir a la luz, porque necesitaba que sus hijos lo perdonaran y le pedía a Carmen que se comunicara con ellos para que recibieran el mensaje; ella platica que no le gusta mucho hacer ese tipo de “encargos”, pero igual lo hizo. Resulta que los hijos ni le creyeron, ni lo perdonaron. Meses después este mismo señor se volvió a comunicar con ella y le dijo que ya había entendido que en realidad no necesitaba el perdón de sus hijos, que tenía que aprender a perdonarse a sí mismo.
Entonces Carmen dijo una frase que se me quedó grabada y me hizo cuestionarme muchas cosas: “la culpa no es más que soberbia”, me quedé pensando largo y tendido sobre esta reflexión. Me puse a observar los momentos en mi vida en los que he sentido culpa y traté de entender de qué forma se relacionaban con la soberbia.
Todos hemos sentido culpa, es una emoción que por desgracia está muy metida en nuestro sistema de creencias y programa social. Nos sentimos culpables por no ir a misa, por contestar a nuestros papás, por no sacar buenas calificaciones, por haber dicho algo inadecuado, por haber hecho lago que se considera inmoral o indebido… En fin, la lista puede seguir y seguir.
Nos sentimos culpables cuando nos equivocamos, cuando cometemos un error, cuando no somos o no hacemos lo que otros esperan de nosotros o cuando fallamos a nuestras propias expectativas, es decir, cuando no somos perfectos. Entonces Carmen tiene razón, la culpa es soberbia, ya que sobreviene cuando nos damos cuenta precisamente de que no somos perfectos, cuando nos sorprendemos equivocándonos.
El alma que había contactado a Carmen, se dio cuenta de esto al observar que esperar a que otros te perdonen viene de la necesidad de resarcir esa culpa, para poder sentir que nuestros errores no son tan graves. Pero si no podemos perdonarnos a nosotros mismos, esperar el perdón ajeno, sigue siendo un acto de soberbia, porque nos seguimos manejando desde la imagen externa. Mientras que al auto-perdonarnos, estamos ejerciendo un acto de amor propio y aceptación incondicional.
Ya sé que pensar que la culpa es soberbia suena muy fuerte, ya que contradice el “propósito original” de esta emoción, que es el hacernos y sentirnos menos, el auto flagelarnos. Pero si lo piensas con detenimiento tiene toda la razón.
Todo lo que nos hace sentir culpa viene del hecho de fondo de no permitirnos fallar, lastimar a otros, lastimarnos a nosotros mismos, etc… Pero creo que también tiene que ver con el hecho de que al final esta culpa se genera mucho más profundamente, de un programa que hemos cargado desde pequeños: el amor condicionado.
Cuando somos niños, nuestros papás nos muestran con actos y también a veces nos lo dicen explícitamente: que si nos portamos bien y somos buenos niños, nos van a querer y aceptar; que si sacamos malas calificaciones, recibiremos un castigo; que si no obedecemos no podremos salir a jugar con los amigos. Nuestro inconsciente literal de niño pequeño, que funciona solamente a través de la búsqueda del amor y la aceptación para su supervivencia, interpreta esto como: “si no cumples con lo que te pido, no te amaré”, es decir asociamos el amor y la aceptación con ciertas condiciones.
Eso se traduce y se refleja en nuestra vida adulta como una incapacidad de amarnos a pesar de nuestros errores, nos decimos a nosotros mismos: “si no soy perfecto, no tendré amor y aceptación”.
¿Te fijas a dónde quiero llegar con este argumento? La culpa no es entonces sólo soberbia, o más bien esa “soberbia” de querer ser perfectos viene de nuestra profunda necesidad de ser queridos y aceptados por el otro, viene de la creencia falsa , pero penetrante y profunda de que si nos equivocamos, no somos dignos de amor y aprobación, ni propia, ni ajena.
La culpa es una de las emociones de más baja vibración que los seres humanos podemos experimentar. Todos somos energía y vibración, cada molécula de nuestro cuerpo vibra a determinada frecuencia, de la misma forma que todo lo que conocemos en el mundo. Las emociones que experimentamos en nuestro cuerpo, nos hacen vibrar a diferentes frecuencias, eso significa que existen emociones de alta y baja vibración. Quiero que veas este cuadro que ejemplifica las emociones y sus respectivas frecuencias vibratorias:
Cuando experimentamos una emoción como la culpa o la vergüenza, vibramos bajo y si vibramos bajo nos enfermamos. Pero además, atraemos a nuestra vida experiencias, personas y situaciones que vibren en una frecuencia igual o similar a la nuestra.
Eso quiere decir que sentir culpa , no te sirve para nada, más que para enfermarte y dejarte atrapado en un circulo que te lleve a experimentar más de lo mismo.
Es importante salir de ese círculo y comenzar a experimentar otro tipo de emociones, que te hagan vibrar más alto, pero para eso de nada te servirá tratar a la culpa con más culpa o vergüenza o falta de aceptación. Primero es importante entender de dónde viene lo que estás sintiendo, para poder verlo con los ojos de la aceptación, es decirte a ti mismo : “ok en este momento siento culpa por ________, pero mi culpa viene de la necesidad de recibir amor y aceptación , entonces reconozco mi emoción y me permito verme a mi mismo con los ojos del amor y la compasión, todo viene de mi necesidad de ser amado, de conectar y de pertenecer”. “Es una mentira que si me equivoco no soy digno de recibir amor”.
Una vez que entiendas y aceptes la culpa, intenta moverte hacia otro lugar que te permita experimentar nuevas emociones, unas que vibren mas alto. Te puedes ayudar de afirmaciones, por ejemplo:
Merezco ser amado y aceptado incondicionalmente
Me concedo a mi mismo el derecho a equivocarme
Me amo y me acepto tal como soy
Merezco cometer errores y ser amado y aceptado a pesar de todo
Nadie es perfecto , yo no soy perfecto y está bien
El amor que recibo de otros y siento por mí no tiene condiciones
Me permito perdonarme por mis equivocaciones
El amor incondicional es mi derecho de nacimiento
La respiración lenta y profunda también te puede ayudar a salir de esos estados de culpa y facilitarte la transición a nuevas y más fructíferas emociones.
Todas las emociones son útiles y existen por una razón. Creo que la culpa está para recordarnos nuestra imperfección, pero una vez que podemos procesarla con su función, es importante no darle poder y liberarnos de ella a partir del entendimiento, la compasión y la aceptación de nuestra condición de humanos “errantes”.
Al final todo se reduce a nuestra búsqueda de pertenencia y conexión. Cuando logremos entender mejor nuestros propios mecanismos y programas de búsqueda de amor, más nos acercaremos a lograr nuestra meta desde un lugar legítimo y verdadero, es decir, desde el amor incondicional al que tenemos derecho sólo por el hecho de existir y curiosamente en ese momento, tu búsqueda habrá terminado.
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