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  • Foto del escritorElisa Valenzuela

Vivir desde el corazón

Actualizado: 22 jul


Hace como 10 años que mi maestro me dio mi nombre espiritual (Hridayadevi: diosa bondadosa) , me puse a investigar sobre el significado textual y encontré que Hridaya es el corazón energético, el asiento del alma. Le pedí entonces que me explicara cómo podía comenzar a encarnar en esta vida el significado de mi nombre y su respuesta siempre era: baja al corazón.


Muchos años tuvieron que pasar para que comenzara a entender lo que verdaderamente significa bajar al corazón, es decir vivir desde y para él.


Primero traté de entenderlo como un concepto , también meditaba en él, pero mis meditaciones venían más de tratar de entender que de sentir. No podía comprender lo que significaba para la vida de alguien vivir desde el corazón.


Por una época pensé que se trataba de ignorar la cabeza o de no darle fuerza a los pensamientos. Pero me seguía faltando algo.


Entonces comenzó mi verdadero camino hacia la sanación interior, cuando empecé a quitar capa por capa del dolor acumulado de años de programas sociales, crianza, heridas, creencias y tuve que atravesar noches oscuras de dolor, de sufrimiento, de no entenderme ni entender… En la medida que me permití sentirlo y transitarlo, pude comenzar a soltar , sin darme cuenta, esas anclas que me detenían de sentir y ver y vivir desde el corazón.


No ha sido un viaje sencillo y para ser honesta cuando comencé no lo hice con la intención de “bajar al corazón”, fue simplemente una consecuencia del parto espiritual y psicológico que viví.


Lo primero para mi fue sentir en todos mis huesos que esas heridas que traía cargando no eran 100% mías, que eran parte de la historia de mi árbol familiar y de la humanidad, historias compartidas, energías que traemos pegadas y que arrastramos hasta que las hacemos conscientes.


El primer paso que me permitió comenzar a sentir más la voz de mi intuición fue sanar la herida de la “locura” que traía a cuestas desde la historia de mi abuela materna. Yo misma la taché de loca muchas veces y al rechazar esa parte de su esencia me estaba rechazando a mi. Pasar por las sombras que trae uno dentro no es tarea simple, pero hay que dar el paso con determinación y sabiendo que aunque hay tragos amargos, todo tendrá su recompensa al final.


Comencé a ver en mi todo eso que rechazaba: el narcicismo, la locura, la violencia, la frialdad, la negligencia, las neurosis… Lo que nos hace humanos imperfectos. Y a punta de aceptar y llorar y permitir que el dolor de los abusos, las lejanías, los discursos de lo que debía ser o no ser, los rechazos y todo lo que llevaba tatuado en mi piel como una condena , a punta de sentir al rojo vivo los raspones, fui lamiendo las heridas con compasión, hasta que me fueron quedando pequeñas cicatrices que eran ya más manejables.


Entonces mi voz interior comenzó a surgir y pude distinguir mi propio llamado de todos los demás que no eran míos. Es como si se me hubieran abierto los ojos de corazón y de pronto comenzara a ver la vida desde otro lugar y a sentir e interpretar todo desde el corazón. Fue una semilla que tardó su tiempo en germinar y que yo ayudé a abonar con mi trabajo interno, pero que finalmente veo como una gracia de dios, que solamente se da cuando se tiene que dar , ni un día antes , ni un día después. Que no depende de ningún tipo de control humano, que solamente es posible con el simple hecho de abrirse a la posibilidad de que suceda.


Creo que eso fue lo más importante que pude hacer. Recuerdo que mi maestro nos decía incansablemente: Dáselo todo a dios, lo que no puedes cargar, lo que no entiendes, lo que no te gusta, lo que te gusta, entrégaselo a dios.


Pasé muchos días llorando bajo la regadera en mis procesos de terapia mientras iba descubriendo nuevos dolores que no podía entender y que no sabía cómo hacer para que se fueran, cuando descubría nuevos patrones de conducta que me dañaban, nuevas formas de sabotearme y no entendía y entonces recordaba las palabras de Lakshahara: Entregar todo a dios. Y extendía mis brazos al vacío y le decía te lo doy todo, llévate esto de mi vida, acércame a tu presencia, déjame aprender a amar como tú amas, sin condición. Lo decía desde la cabeza, no sabía si así era como se tenía que hacer o si iba a funcionar pero igual lo hacía , y sentía un peso que se quitaba inmediato de mis espaldas y salía de nuevo al mundo a recorrer nuevos dolores y a vivir como iba pudiendo y desde donde me era posible.


¿Cómo sané? Todavía no termina, sigo sanando, siguen saliendo cosas, se van desvelando capas como una cebolla, pero cada vez las puedo ver con más compasión y entendimiento y eso hace la diferencia. Creo que el componente más importante de la sanación es estar dispuesto a recorrer esos recovecos obscuros del alma y aceptar, hablar, salirse de uno mismo y tratar aunque sea de entender por qué estamos aquí, porqué hemos vivido lo que hemos vivido y estar completamente entregados a la posibilidad de que un día , después de recorrer y recorrer escenarios y llorar y retorcernos y aceptar y reírnos y caminar, despertaremos sintiéndonos más ligeros, porque una luz se ha depositado en nuestro corazón, porque dios o la fuerza universal o como quieras llamarle te escuchó todo este tiempo y te ha estado acompañando a hacerte las cargas más ligeras, a quitarte de las manos ese peso que a veces ni nos pertenece. Ese es el secreto, entregar, aceptar, soltar.


Para mi parte del recorrido de entender, sanar y aceptar, ha ido ligado a lo que entiendo ahora que es mi misión de vida: acompañar a otros en su propio descubrimiento. Comunicar mi experiencia, hablar desde mis vivencias. Sin ese sentido de servicio , estaría vacía y creo que tampoco hubiera podido sobrellevar las tormentas mayores. El entender que estoy aquí por un propósito mucho más grande que yo misma, me permitió encontrar sentido a mis historias y a mis heridas y ahora sé que no podría estar donde estoy sin ellas, que son parte de mi camino. Quien sabe, tal vez hasta parte de los acuerdos que establecí al llegar aquí para dar un paso más en la evolución de mi alma.


Estamos en un tiempo donde vivir desde el corazón ha dejado de ser una opción. Mientras como humanidad ascendemos a dimensiones superiores y frecuencias más elevadas de vibración, vemos que se nos presentan en este mundo dos realidades: una llena de miedo, incertidumbre, viejos programas de violencia, rechazo, juicios… Y otro que es igual o más real que ese otro, que seguramente has sentido aunque sea por momentos : de certezas, de tranquilidad, de necesidad de conexión y unión, de amor , de vivir desde la intuición, desde el corazón.


Estamos transitando el puente entre los dos mundos: uno conformado por la ilusión del sufrimiento y otro que es el único, el real, el absoluto, que necesitamos comenzar a ver desde otro lugar, aunque todavía nuestros ojos físicos no nos lo permitan.

Este nuevo mundo nos exige confianza y nada más. Confianza en que las voces de tu corazón son las correctas, aunque el mundo 3D nos tache de locos, aunque tengamos que nadar “contra corriente”. Confianza de que vamos por el camino correcto aun cuando en el horizonte todavía no se vislumbre la luz. Confianza de que vibrando desde tu pecho harás resonar tu frecuencia y encontrarás tu tribu.


Confianza en los mensajes que el universo nos manda a través de las sincronías. Confianza en que este tiempo, aunque parece malo, es hermoso y es perfecto y todos somos hermosos y alumbramos la existencia a nuestra particular manera.


Cuando comienzas a vivir desde el corazón, el mundo que ves fuera cambia y se abren caminos y oportunidades que te llevan a donde tu alma tiene que estar, que a veces no es el mismo lugar que tu cabeza quiere, pero con suerte y si logras mantener la atención puesta en el corazón los balbuceos de la mente dejan de tener poder (a veces ).


Antes pensaba que bajar al corazón significaba dejar de escuchar a la mente. Ahora sé que bajar al corazón significa aprender a sentirlo dentro de tu pecho día y noche, poner la atención en su energía, en su vibración, en su latir.

Vivir desde el corazón significa hacer de este el hogar de tu alma , de tu cuerpo y de tu existencia entera.


El corazón es el órgano que bombea sangre a nuestro cuerpo y que nos da la vida, es también el asiento del alma en muchas religiones y filosofías. Está a mitad de camino entre las emociones (estómago e intestinos) y el cerebro. Es en realidad el primero en recibir la información del exterior, antes que el cerebro la interprete y las emociones nos lleven a reaccionar, el corazón ya sabe qué vendrá.


Este tiene un campo electromagnético que emite una frecuencia a varios metros a la redonda de nuestro cuerpo, así que las interacciones que tenemos con los demás son recibidas primero por el corazón, los primeros intercambios que tenemos con el mundo son a través de la recepción y combinación de nuestras frecuencias vibratorias.


Cuando vives desde el corazón se abre todo un mundo que aunque es invisible para muchos, es muy tangible. Las decisiones que tomas dejan de estar limitadas solamente a lo que tu cabeza te dice y comienzas a moverte más desde otros planos como los del intercambio de energías, las voces de la intuición, las sincronías del universo y las vibraciones que se sienten similares.


Hoy y cada día que pasa se hace más evidente la necesidad de comenzar a vivir desde este sitio, porque es el lugar que nunca se equivoca (aunque nosotros sí nos equivoquemos), es el verdadero llamado de nuestra alma.


Fuera puede haber mucha información disonante y confusa, pero el sentir de tu corazón será el único capaz de distinguir cuál es el verdadero significado o qué discursos creer, siempre con la seguridad de que no hay otro camino más que el propio.


Cuando comienzas a vivir desde el corazón, es más fácil entender el hecho de que somos soberanos de nuestra alma y que no existe poder fuera de nosotros que sea capaz de doblegarnos. Entonces es más fácil navegar las tormentas.


Vivir desde el corazón no significa que vas a dejar de sentir el dolor o pasar por dificultades, simplemente te permite entender que eso no es todo lo que hay en tu existencia y que hay un poder dentro de ti y de cada uno de nosotros que siempre te permitirá sobrevivir y florecer ante las adversidades, sólo es cosa de que permitas que ese conocimiento se asiente en tu alma.


El nuevo mundo que está siendo parido en este momento por todos nosotros, nos pide vivir desde el corazón, no existe ya otra forma de hacerlo, no seremos capaces de dar el salto hacia lo que es verdadero si no sentimos y vemos desde ahí.

El nuevo mundo necesita que abras tu alma a la posibilidad de toda una nueva realidad que viene de la intuición y la fuerza del corazón. La materialización del nuevo mundo depende de que todos nosotros hagamos del corazón nuestro reino.

¿Cómo comenzar a vivir desde el corazón?


Como siempre digo hay muchos caminos , yo te cuento el mío:


-Primero que nada, da prioridad a la sanación de tus heridas. Pon la intención en aprender a entenderte, entender tu historia y tu recorrido con aceptación y compasión.

-Enfócate en sentir los latidos de tu corazón, visualízalo latiendo dentro de tu pecho bombeando sangre a todo tu cuerpo. Después visualiza una luz que emana de él y se expande por todas partes.

-Imagina a la persona que amas (hermano, mamá, pareja, hija, etc) frente a ti , una vez que experimentes esa sensación de amor en tu pecho, trata de expandirlo con sus latidos y su energía a cada una de tus células.

-Trata de concentrarte en el campo vibracional que emite tu corazón, es más fácil cuando ya te acostumbraste a sentirlo latir todo el tiempo en tu pecho, ahora puedes ir más profundo y sentir su frecuencia.

-Prueba a discernir si algo te gusta o no te gusta , es bueno o malo para ti, resuena o no con tu frecuencia, desde tu pecho y no desde los pensamientos, aunque los pensamientos sigan ahí, pregúntale a esa sensación que vibra en tu pecho y confía en que obtendrás la respuesta a través también de una sensación, no de una idea.

-Da cada paso desde ahí, preguntándole a tu corazón qué quiere y cómo se siente, aunque al principio sea sólo una idea en tu cabeza. Intenta sentir el órgano en tu pecho latir mientras lo haces.

-Observa cómo se siente tu cuerpo, si se expande o se contrae , si se relaja o se tensa… Busca las respuestas a partir de esas sensaciones y no de lo que tus pensamientos de dicen. Después si quieres puedes equilibrar con la razón, pero permítete que sea el corazón el primer consejero a quien recibes en tu vida.

-Observa cómo te sientes físicamente y emocionalmente alrededor de ciertas personas, lugares o situaciones e intenta interactuar desde ese sentir, alejándote o acercándote, dependiendo de lo que tu cuerpo te dice.

-Aprende a escuchar y a hacer caso a esas voces que te dicen, junto con las señales corporales, si algo va o no por buen camino y confía. Recuerda todas las veces que hiciste caso a esa voz a dónde te llevó y cuando la ignoraste qué consecuencias tuvo en tu vida.

-Deja de poner primero las voces de fuera y hazte al hábito de mirar adentro y tomar en cuenta antes que cualquier cosa tu sentir. Tira a la basura la necesidad de siempre estar en lo correcto o el temor a equivocarte. Somos humanos y equivocarse es parte de la naturaleza y el camino, tu sentir es valioso e importante aunque después te des cuenta que te “equivocaste” con algo o alguien, al final no existen errores en el sentido que no hubieras podido tener el conocimiento que tienes ahora sobre si algo era bueno o malo, si no lo hubieras vivido y experimentado, así que lo que nos toca vivir es siempre perfecto y bueno para nuestro recorrido.

-Deja de tacharte de loco y confía en el llamado de tu alma, por más extraño o disparatado que parezca, lo único que importa es que tenga sentido para ti.

-Trabaja cada día en amarte más , aceptarte más, cuidarte más. ¿cómo?: una forma practica es traer a tu mente una persona que amas y después voltear ese amor hacia ti. O preguntarte ¿qué haría en esta situación alguien que se ama a sí mismo? Y esperar a que la respuesta aparezca y si no aparece, seguir preguntando con paciencia, eventualmente llegará.

-Practica mandar amor y compasión a tus seres queridos y después a conocidos y desconocidos hasta llegar al mundo entero. Imagina que tu amor es como una ola que sale de tu corazón y se expande e inunda tu cuerpo, tu cuarto, tu vecindario, tu país y todo el mundo o hasta el universo.

- Practica la gratitud, pero no sólo como un discurso que repites como perico todos los días, si no como un sentir en tu pecho, recuerda y revive los momentos por los que estás agradecido y una vez que experimentes de nuevo esa sensación en tu pecho, de nuevo trata de expanderlo a todo tu cuerpo hasta que salga de ti e irradie fuera.

- Hazte al hábito de entregar todo , todos los días, aunque de inicio sea también solo un concepto, imagina que bares tus brazos y le entregas tus dolores y pesares a dios o al universo. Confía en que estás plantando una semilla que eventualmente germinará y entonces tu vida entera dará un giró y entenderás que estás exactamente donde debes estar.


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