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  • Foto del escritorElisa Valenzuela

Una experiencia de una terapeuta PAS en terapia

Actualizado: 25 ene 2021



La siguiente entrada del blog, la escribí originalmente hace un par de meses y fue publicada en un blog donde colaboro de forma anónima.


Inicialmente no quise compartirlo en mi pagina o en el blog, por no querer exponer a mi terapeuta, pero también en parte por el temor a mostarme completamente vulnerable.


Un tiempo considerable ha pasado y ahora creo que en realidad , más allá de cualquier otra cosa, es algo digno de compartir, ya que puede ayudar a muchas personas a ganar perspectiva acerca de su proceso terapéutico.


Quiero aclarar también, que siendo altamente sensible, este es un tema que cobra importancia, ya que muchas PAS somos malentendidas y a veces mal diagnosticadas por nuestros terapeutas, además de que nuestra capacidad de ponernos en el lugar del otro , puede llevarnos a ser en ocasiones poco asertivos o a considerar más la perspectiva ajena que la propia.


Lo que me sucedió fue una combinación de mi falta de asertividad, con el "diagnóstico" equivocado de mi terapeuta, que hizo que el proceso se empañara y se creara confusión.


Ahora como PAS y como terapeuta, me queda clara la importancia de acudir a profesionales expertos en el tema de alta sensibilidad, que estén abiertos y dispuestos a contemplar muchas posibilidades y que no estén limitados a una sola teoría.


Quiero compartir contigo esta muy dolorosa, pero también enriquecedora experiencia que tuve hace un tiempo en mi propia terapia, para que te sirva como ejemplo de qué señales de alarma hay que tener en cuenta, si es que no te estás sintiendo entendido o cómodo en tu proceso de terapia. O si tú mismo eres terapeuta, para que no pierdas el foco de lo que es importante en tu trabajo profesional.


Aquí va:


Estos días he estado luchando con muchos temas que han salido una y otra vez en mi vida, especialmente sobre asertividad, no reconocer mi grandeza y no poner límites.


A lo largo de mi historia personal , el tema de los límites ha sido un reto. Crecí en una familia que no respeta límites pero que al mismo tiempo no sabe ponerlos con las demás personas. Eso me llevó a desarrollar ciertas respuestas poco asertivas.

En mis años de adolescencia me pasaba que me mostraba super agresiva para mantener esos límites claros, o hacía a los otros sentir mal para yo sentirme bien, creía que tenia que defenderme panza arriba para demostrar mi valor y recibir respeto.


Con el tiempo eso se fue hacia el otro extremo y terminé desarrollando un mecanismo en el que para ser aceptada y querida por otros, o para evitar el conflicto , me quedaba callada y acumulaba hasta explotar, entonces mi forma de poner límites terminaba siendo poco asertiva de todas formas .


A veces me pasaba que ni siquiera era consciente de que algo me molestaba , no conectaba con mis emociones y cuando me caía el veinte, era porque ya había permitido que pasaran sobre mí una y otra vez.


El tema de crecer en una familia narcisista es que desarrollas mecanismos de reacción para afrontar los traumas, que terminan siendo muy dañinos en tu vida fuera de la familia. Claro que los desarrollé para defenderme y protegerme, pero ahora puedo ver con más claridad lo poco útiles que son en mi vida y mis relaciones interpersonales.


En mi casa decir que algo no te parecía o que no estabas de acuerdo con algo que para mis papás era muy importante, era una ofensa profunda y en ocasiones el infierno se desataba.


Poner límites también estaba fuera de la discusión, decir basta o pedir espacio no eran pedido que rondara siquiera mi cabeza, para mi era normal que mis papás quisieran tener control sobre cada cosa que hacía o que no pudiera tener mi espacio personal. Su interacción y su persona eran tan grandes y apabullantes, que tuve que compartimentar muchos aspectos de mi vida para mantenerlos a salvo.





Aprendí a obtener lo que quería con uñas y dientes y con toda la fuerza y agresividad que podía , o mejor a callar y guardar mis opiniones y deseos.


Mi cerebro está entrenado para buscar hacerme pequeña para buscar agradar y una vez que me siento demasiado absorbida o agredida, salir corriendo.


Me pasó por segunda vez que me encontré con este patrón en terapia, experimentándolo de primera mano con mis terapeutas. Yo soy psicóloga y me dedico a dar terapia, por lo que mi mecanismo de hacerme pequeña se activó inmediatamente, en una confusión mía por no querer interferir en el proceso y un impulso de querer mostrarme vulnerable (porque yo iba a trabajar mis vulnerabilidades, no a discutir sobre teorías psicológicas o a probar mis conocimientos), terminé siendo mal entendida por mis psicólogas.


La diferencia de la primera con la segunda fue que me di cuenta, pero aun así no lo dije. No estuve de acuerdo con muchas suposiciones que hacía sobre mi y mi personalidad, ni con algunas técnicas que aplicaba, pero me quedaba callada con el afán de no hacerla sentir mal…


No me atrevía a decirle que no estaba de acuerdo con eso o que yo no era así, era como si un mecanismo automático en mi cuerpo se activara y me hiciera comportarme así, sumisa y callada.


Claro que eso me llevó a que mi terapeuta me malentendiera en muchos niveles, sumado a que ella estaba buscando exhaustivamente meterme en un perfil específico de personalidad, y cada vez que yo quería mostrarme como era, ella me decía “tú no eres esto” , “las personas con ese perfil no se sienten así”, “tú no te sientes así, en realidad te sientes asá”


Error garrafal, que yo como terapeuta sé perfectamente que todos estamos propensos a cometer, pero que puede ser muy peligroso para la terapia. A pesar de que soy psicóloga, cuando estaba en el sillón frente a ella, era una persona como cualquier otra , una mujer herida, buscando sanar su historia personal, mostrando mis debilidades, siendo vulnerable para terminar de encontrarme a mi misma y definirme y en mi misma vulnerabilidad , mi mecanismo automático del trauma se activó y no pude ser capaz de poner un límite o de contradecirla.


Estando en ese sillón frente a ella, se activó mi niña herida y no puede ser asertiva, que al final era el tema que quería trabajar. Mi mecanismo automático de defensa me impidió decirle que sentía que no me estaba leyendo correctamente, me quedé callada y mi yo complaciente se quedó sentada, buscando agradarla, diciéndole que sí, que estaba haciendo grandes avances y que aceptaba todo lo que ella me decía que era o no era.






Yo sé como terapeuta que nuestro papel no es definir a nadie y cualquier cliente que me hubiera contado que había pasado por eso en su proceso anterior, le hubiera dicho que hizo bien en decidir no seguir.


Yo sé que ella algo estaba proyectando en mí y mi trauma embonó con el suyo, en vez de tratarme ella a mí, yo terminé cuidando su autoestima y dándole la razón para no hacerla sentir insegura, callándome mis estudios o conocimientos, haciéndome chiquita, poniendo su tranquilidad y seguridad profesional antes que mi propio proceso terapéutico. QUÉ GRAN ESPEJO DE MI VIDA, mi propia terapia se convirtió no en un escenario para sanar a través del proceso, si no en un espejo GIGANTE de lo que se repite en mi vida como una espiral, tanto que soy capaz de dejarme de ser fiel a mi para ser fiel a mi terapeuta y a lo que ella piense de mi…


Al final eso fue más transformador que todo el proceso, o eso espero… He vivido días de mucha ansiedad, angustia y preocupación, sumados a la culpa de que como siempre, no pude decir las cosas a tiempo.


Si sabes sobre narcicismo y los efectos que los padres narcisistas tienen sobre sus hijos, sabrás que los hijos que crecen en este tipo de familia aprenden a temprana edad a cancelar sus emociones, las dejan de ver y sentir, porque el hecho de mantenerlas visibles y expresarlas, implica generar conflictos. Yo aprendí a gritar y luchar por hacer entender a mis papás que no estaba loca y otras veces a darles la razón y descalificar lo que yo sentía al respecto, porque me ocasionaba demasiada disonancia cognitiva.


A veces ellos me lastimaban profundamente y me decían que era tonta o que nadie me iba a querer porque era de cierta forma o hacía determinada cosa y cuando yo me mostraba herida me decían que estaba loca, que ellos nunca habían dicho eso y que además era exagerado ponerse así por eso, que tenía que aprender a no ser tan sentida…


Eso se llama “gaslighthing” y es una técnica de manipulación ( a veces inconsciente) para tener el control sobre la situación y hacer sentir a la otra persona que haga lo que haga o diga lo que diga él tiene la razón porque tú estás loco.


Así crecí yo, aprendiendo a decirme a mi misma que lo que no me gusta en realidad sí me gusta, que si algo no me late es porque estoy loca o no estoy viendo las cosas como son, que los demás son buenos y yo estoy malinterpretando las cosas. Hasta que algo en mí (no sé por milagro de dios y mis guías o por cansancio y acumulación) dice basta y se va sin decir nada, sin mirar atrás y sin dar explicaciones, dejando al otro sin una pista de lo sucedido, claro a veces confundidos porque yo nunca di una sola señal de desacuerdo.





Me ha pasado muchas veces con amistades, relaciones amorosas, compañeros de trabajo y claro que me iba a pasar con mi terapeuta, más por lo que significa en la relación, por ser una persona de autoridad ante la que te muestras abierto y vulnerable.


Decidí escribirle y ser honesta con lo que me había pasado, asumiendo mi responsabilidad sobre mi falta de asertividad y aclarando qué cosas me habían molestado, aun cuando fue tarde , pero mejor eso a no decir nada, como muchas otras veces en las que me quedé callada “porque no vale la pena” , “porque no van a entender”, ahora supe que es importante decirlo, y defender mi verdad, aunque el otro no entienda, para honrar mi sentir y dar validez a mi decisión.


Me mostré asertiva , pero también vulnerable y sincera, quise explicarle objetivamente desde mi punto de vista de terapeuta qué era lo que no me había parecido, pero también desde mi punto de vista como clienta que con su historia personal había cometido el error que la había llevado a buscar ayuda y me hacía responsable de haber empañado mi propio proceso. Lo hice por escrito por que el hecho de sólo hacerlo en persona , me provocaba ansiedad extrema.


La respuesta que recibí fue un gaslightning total, en el que sólo me ofreció excusas, me dijo que yo había malentendido todo lo que ella me había dicho , que mi mensaje estaba demasiado detallado, que no era necesario dar tantas explicaciones, y que además le hubiera gustado que se lo dijera en persona porque eso hubiera hablado mucho de mi crecimiento personal y de mi asertividad (¿?) , además de que ella consideraba que mi mensaje era pasivo agresivo, me pidió que le preguntara a mi hermana ( ella sabe que su opinión es muy importante para mí) para que ella me dijera que estaba siendo agresiva y le diera la razón.


Mi hermana estaba junto a mí, y de hecho leyó el mensaje que yo había escrito antes de que se lo mandara y me felicitó por mi asertividad ( esta explicación innecesaria es parte de mi impulso automático de querer defenderme y dar explicaciones de cada cosa que decido hacer).


Por un momento mi trauma se activó y mi cabeza se llenó de confusión ¿era mi culpa todo esto que estaba pasando?, ¿estoy tan loca que no supe ni siquiera mostrarme bien ante mi terapeuta e hice que se confundiera dándole una imagen completamente equivocada de mí? , ¿fue mi error haberle dicho y haberme mostrado vulnerable? , ¿Estaba realmente siendo agresiva con ella sin darme cuenta? , ¿será que todo ese perfil que me dijo que tengo realmente es lo que soy y estoy tan mal que ni yo misma me doy cuenta?, ¿esta situación es completamente mi responsabilidad y la sorprendí tanto con mi respuesta porque entonces verdaderamente estoy loca?, ¿cómo me atrevo a ser terapeuta cuando no puedo ser asertiva con mi propia terapeuta?, ¿de nuevo me pasa lo de siempre, no soy capaz de decir nada hasta el final?, ¿nunca voy a dejar de comportare así?


BASTA





Lo que inició como un paso hacia mi crecimiento personal y una intención de ser asertiva, dejar de hacerme pequeña y mostrarme vulnerable y sincera , me convirtió de nuevo en presa de un discurso inmaduro y carente de responsabilidad profesional y personal.


Creo que si me pongo a enlistar todas las formas en las que mi terapeuta no ha manejado correctamente mi caso, esto se convierte en un libro… Pero mi intención no es quemarla a ella o quejarme, mi intención al escribir esto es aprender a entenderme a mi misma y darme la confirmación que necesito para saber que voy por buen camino, que me falta MUCHO por seguir trabajando, especialmente en este tema de límites y asertividad, pero que aun cuando haya sido asertiva con efecto retardado o no me haya podido armar de valor para decir lo que sentía en ese momento o en persona como ella quería, me di cuenta, tomé una decisión y lo hice, fui clara y asertiva y puse un límite, me dejé de hacer pequeña y reconocí mis conocimientos y pude dar una opinión objetiva, sin disculparme, defenderme , minimizarme o ser agresiva.


Decidí explicarle a mi psicóloga por qué había decidido dejar el proceso, no para tener su aprobación o sus disculpas, sino para afirmarme a mí que tengo derecho a cambiar de opinión, que tengo derecho a no saber ciertas cosas de cómo me siento inmediatamente, solo para que los demás están tranquilos, que tengo derecho a expresar lo que siento, aunque no sea en el momento que la persona considera más adecuado o ideal y tengo derecho a decir: no, esta no soy yo, y no estoy de acuerdo con tus definiciones…


Espero poder a la próxima vez hacerlo en el momento… Pero hoy decido no seguirme flagelando porque ahora no lo pude hacer, porque hice lo que pude con lo que sé y lo que tengo y no necesito que nadie me diga o me reconozca todo mi crecimiento personal. Necesito aprender a reconocerme a mi misma.


Si estás leyendo esto y estás en un proceso de terapia o has vivido situaciones similares a las mías, quiero que recuerdes que sólo tú tienes soberanía sobre tu vida y lo que opinas sobre ti y tus procesos personales. No está bien que nadie, y menos si es una figura de autoridad o alguien que tiene cierto poder sobre tu vulnerabilidad te haga sentir avergonzado por querer dar un paso hacia tu crecimiento.


Está bien si todavía no lo tienes todo resuelto y debes recordar que a veces las figuras de autoridad también se equivocan, no le cedas tu poder a nadie, nadie tiene la razón absoluta o derechos sobre ti solo porque esté en una posición de más ventaja que tú sobre la relación.


Si eres terapeuta o estás estudiando para serlo, recuerda tener la humildad suficiente para saber que tus enfoques y teorías no son la realidad absoluta y la capacidad para ver más allá de las palabras de tus clientes. Sé lo suficientemente flexible para reconocer que si algo no funciona en el proceso, hay que cambiar el enfoque , porque el proceso terapéutico se trata de que tus clientes encuentren la mejor forma de adaptarse sanamente a sus sistemas y puedan en el camino conocerse a sí mismos, aprender a amarse y aceptarse, no se trata NUNCA de querer comprobar que tu teoría es la correcta , porque si lo haces te vas a perder en el camino y sobre todo vas a hacer que tu cliente se pierda del milagro de encontrarse consigo mismo, sin tus opiniones sobre la vida y el mundo , es SU PROCESO no el tuyo.


Estate consciente de que todos siempre proyectamos algo en nuestros clientes y sé lo suficiente humilde para reconocer cuando esto pase. Siempre actualízate, lee mucho y prepárate para cada caso, porque cada uno es distinto y especialmente; toma en cuenta que hace falta mucho más que una teoría de la personalidad y una lluvia de técnicas para hacer que tu cliente encuentre la manera más efectiva de sanarse a sí mismo. No permitas que tus propias filosofías de vidas permeen la terapia y entrénate para tener el ojo suficiente para darte cuenta cuando tu cliente está atrapado en su paradoja y reproduciéndolo en tu relación con él o ella.


Todos vamos a cometer errores, pero como terapeutas nuestro trabajo es estar lo más consciente posible de esta posibilidad y poner nuestra energía en ser los lienzos en blanco que ellos necesitan…

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Con cariño: Elisa, tu Life Coach.



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